jueves, 23 de febrero de 2012

Le Coeur Fantome de Philippe Garrel (1996)

Conocí a Garrel tarde, con un memorable visionado de Les Amants Reguliers, película que me impresiono menos por su mirada sobre el mayo del 68 que por su utilización del lenguaje cinematográfico y su manera de narrar hecha de vacios. Ya Adrian Martin escribió un largo e interesante texto sobre su poética y sin dudas este quedara corto en comparación, pero si hay algo cautivante en el cine de Garrel es la manera en que selecciona los momentos de la historia que deben ser mostrados en su película. Es decir, la historia de una película es algo separado de lo que la misma muestra a través de escenas; cuando vemos Forrest Gump no observamos al protagonista durmiendo o viajando en tren silenciosamente sino ejecutando acciones que exhiben sus características. En las películas de Garrel, por el contrario, los personajes se construyen por lo que no dicen o por lo que hacen luego de que lo importante ha sucedido. Se percibe en su obra un clima de intranquilidad, como si todos los personajes fueran conscientes de estar viviendo una tragedia incluso antes que esa tragedia suceda.

Le Coeur Fantome es una obra misteriosa y bella que nos muestra la vida de un artista plastico llamado Philippe (igual que el director), casado y con dos hermosos hijos. Su matrimonio se quiebra ya que su mujer conoce a otro hombre, un presidiario violento y agresivo. En plena crisis, Philippe tiene largas charlas con su padre, que es a su vez el padre de Garrel, en las que hablan de la vida y del matrimonio; su padre ha sido una figura ausente y solo en la adultez ambos, ya hombres, pudieron comunicarse. Philippe conoce a una nueva mujer, bella admiradora de su obra que lentamente pierde su dulzura inicial para transformarse en una persona celosa y posesiva. Como vemos, si el argumento cayera en otras manos terminaría en el melodrama, puesto que hay material para aproximarnos a tal genero. Pero Garrel hace una operación del todo distinta. La película, de ritmo moroso y adormecido, nos sumerge por completo en una subjetividad, la del protagonista-director, que observa la realidad desde una capsula, bloqueado por sus propias culpas y deseos insatisfechos. La doble lectura entre lo que pasa en el filme y lo que ha sucedido en la vida de Garrel es inevitable e incluso intencional.

El tema central es la paternidad, o como esta funciona a nivel simbólico, teniendo en cuenta que según Lacan es el padre quien transmite la identidad al hijo, donándole su nombre. En Le Coeur Fantome encontramos un padre ausente, un padre (hijo del primero) atormentado por la culpa tras abandonar el hogar y una muerte que trae un nacimiento, hecho que se comunica en una misteriosa escena final que abre interrogantes sin resolución que prefiero no contar a fin de preservar la sorpresa.

La ausencia de padre, la ausencia de Dios, es significativa, y es expresada por Garrel filmando puertas, ventanas, espacios vacios, rostros en silencio, inmensas paredes blancas, calles vacías donde deambulan los protagonistas. Las relaciones entre sus personajes están afectadas por estos espacios que las construyen y las explican. Padre, madres e hijos uniéndose y separándose, buscando la comunicación o, como escribe Deleuze: Lo que Garrel expresa en el cine es el problema de los tres cuerpos: el hombre, la mujer y el niño. La historia sagrada como gesto… el problema de los tres cuerpos sigue siendo cinematográficamente y físicamente insoluble”.

JPS

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