jueves, 29 de noviembre de 2012

Goodfellas de Martin Scorsese (1990)

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La primera vez que vi Goodfellas tenia 16 y el profundo impacto que causo en mi fue una de las razones por las que termine estudiando realizacion audivosual. A lo largo de los anos volvi a verla numerosas veces como si ocasionalmente necesitara de esa experiencia de pura fascinacion ante el milagro del cine,  buscando recuperar aquella inocencia de la mirada que cubre todo con una felicidad vasta e irrecuperable. Hace unos dias la encontre en TCM y, claro, regrese a aquella situacion iniciatica en la habitacion de mis padres, viendo en VHS una pelicula que es menos un film sobre la mafia que una version proletaria y urbana de Alicia en el Pais de las Maravillas.

Lo fascinante de Goodfellas es que nos cumple el deseo de escapar de la medicridad de la represion y vivir en un permanente estado de liberacion pulsional. Aunque el lenguaje freudiano suene algo exagerado, no puedo dejar de pensar que todo el film se basa en esa fantasia ya que Henry Hill no es solo un criminal sino tambien un milonario mujeriego cool ultra violento que se comporta exactamente como se comportaria uno si careciera de cualquier escrupulo. La pregunta central es demoledora: de que sirve la etica? adonde nos lleva? no sera otro artilugio del sistema pensado para que nos conformemos con nuestra apabullante mediocridad rutinaria? El nino Henry Hill vive entre dos mundos separados por la ventana de su habitacion. De un lado su padre, un trabajador americano promedio que debe convivir con sus frustraciones, haciendo un esfuerzo inhumano por un salario que nunca es suficiente. Del otro lado del vidrio, los gangsters, heroes que hacen sus propias reglas y viven en un mundo al limite, duenos de su propio destino. Henry atraviesa el cristal y desde ese momento ya no hay vuelta atras. Todo lo que sucede entonces en wonderland provoca una total fascinacion tanto para Henry como para nosotros, que descubrimos aquel universo a traves de sus ojos.

Sobre el final, cuando todo acaba y Henry es nuevamente un perdedor promedio, uno no deja de sentirse angustiado. La imagen de Ray Liotta panzon en short y bata es deprimente en exceso, conforma un espejo de aquello que somos y de aquello que no fuimos y que acabamos de experimentar. La imagen tan James Cagney de Joe Pesci sobre el final termina de liquidar nuestro modesto sueno americano. Es cierto que todos los personajes terminan presos o muertos, pero la sensacion que queda es que el viaje valio la pena, que vivir al limite y dejar un cadaver bonito es mucho mas interesante que pagar los impuestos durante 80 anos. Quien puede quitarnos esa sensacion? Nadie quiere volver del pais de las maravillas porque una vez alli lo demas se vuelve banal y aburrido.

Goodfellas es casi una pelicula costumbrista sobre la mafia, no hay demasiado trama ya que la mirada de Henry (y la nuestra) sostiene todo el universo del film. Hay un interes especial puesto en la comida, en los trajes, en los rituales, el film es detallista en la preciosa reconstruccion de aquel mundo. Estructurado como un largo recuerdo de Henry que a traves de una narracion en off va relatando a grandes rasgos los motivos de la caida del imperio, el filme se detiene ocasionalmente en banalidades, escenas cotidianas que menos que hacer avanzar la accion van construyendo el imaginario de los personajes.  Scorsese sabe que el objetivo de su trabajo como director es generar en el espectador esa sensacion ambigua de rechazo y admiracion y lo logra de principio a fin. En verdad, uno presiente que toda aquella estructura mafiosa caera de un momento a otro, pero lo que no puede preveer es que se sentira hechizado por un mundo donde la droga, la infidelidad, la violencia y el robo son parte de la rutina. Ahi  es donde el filme triunfa y se vuelve la extraordinaria obra maestra que es.

JPS

martes, 20 de noviembre de 2012

Popiól i diament de Andrzej Wajda (1958)

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Durante la noche del 8 de mayo de 1945 los polacos se embriagan celebrando el fin de la ocupacion alemana pero, en su borrachera, parecen incapaces de vislumbrar que es lo que les depara el destino. Luego del horror nazi llegaria una larga y nefasta ocupacion sovietica que se prolongaria hasta 1989, dejando al pais en la miseria y el atraso. Quien encarna y, por lo tanto, sufre estas contradicciones es Macieck Chelmicki, un joven soldado que trabaja para la resistencia al avance comunista menos por conviccion ideologica que por un afan romantico de aventuras. A lo largo de un dia y su noche seguiremos el recorrido del personaje entre las ruinas de Polonia y la mirada moderna y algo barroca de Wajda. 

Macieck tiene una mision: asesinar a Szczuka, el secretario general del Partido Comunista local. En prinicipio fracasa y mata por error a dos jovenes inocentes, luego va hacia el hotel en el que se aloja el dirgiente para terminar su tarea. No vemos remordimiento en el, con su aspecto de heroe juvenil divaga y erra en el claroscuro de la pelicula buscando un sentido que por fin aparecera en la figura de la bella Krystyna, la mesera del bar del hotel. Las miradas se cruzan y el amor nace mientras todos alrededor cantan, bailan y festejan el fin del nazismo.  Con la llegada de Kryztyna, Macieck se transforma, como si subitamente cobrara humanidad conoce la culpa y comienza a cuestionar su trabajo como sicario. La muerte de aquellos dos jovenes lo persigue. Incapaz de luchar contra su destino, la tragedia para el y para su pais es inevitable.

Wajda se deja influir por los grandes directores de su tiempo, se permite la modernidad en un pais que estaba en pleno proceso de renovacion tras la guerra y en esta, su opera prima, se puede sentir el aliento de Orson Welles, Ingmar Bergman y Josef Von Sternberg. La iluminacion y la puesta en escena son barrocas y desaforadas, la pelicula parece un recuerdo de aquella noche clave en la que el  sueno se convierte en pesadilla. Los simbolos aparecen y, aun cuando en ocasiones parecen algo forzados, no dejan de darle al filme un sentido poetico que va construyendo lentamente no una realidad sino una vision de lo real que resulta emocionante. Las sombras, los rostros, los movimientos de las figuras sobre el plano, los bailes bajo la luz del amanecer, todo el movimiento de la pelicula aparece entre la inmovilidad del inicio y la del final, un destino anunciado y conmovedor que convierte a Macieck en el gran heroe tragico de la historia (del cine) de Polonia.

JPS

domingo, 18 de noviembre de 2012

Foreign Correspondent de Alfred Hitchcock (1940)

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Cuando Goebbels, el jefe de propaganda del partido nazi, vio Foreign Correspondent dijo lo siguiente: es una obra maestra de la propaganda, una produccion de primera calidad que sin dudas causara una impresion poderosa en las masas de los paises enemigos. Es imposible saber hasta que punto los directores de aquella epoca trabajaban de acuerdo a sus convicciones o siguiendo un estricto plan politico pero lo cierto es que, como la anteriormente resenada Man Hunt, el film es un sensacional ejercicio de propaganda en el marco de una guerra cruel que comenzaba a pedir la intervencion de Estados Unidos. El punto a favor es que el enemigo en cuestion era el nazismo y su horror criminal, quizas eso nos haga relativizar ciertos excesos patrioticos o la afirmacion de teorias ridiculas y peligrosas como el destino manifiesto americano, que al mundo solo le ha dado dolor y hamburguesas.

Un periodista estadounidense mediocre es enviado a la Europa de Hitler en busca de noticias que atraigan la atencion del gran publico. A Hitchcock le fascinaba la idea que un hombre comun se enfrentara a circunstancias extraordinarias y este plot se puede encontrar en muchas de sus grandes peliculas. Nuestro heroe mediocre, Jones, revelara su grandeza al descubrir un complot internacional y enamorarse de la hija de un ambiguo politico pacifista. En otro elemento tipicamente hitchockiano, nadie creera la teoria conspirativa de Jones excepto la mujer y, de manera asombrosa, el futuro del mundo civilizado dependera del capricho amoroso de una dama. Esta es la clase de ambiguedad narrativa que hace de Hitchcock el genio que es, sus grandes peliculas ponen al amor en el centro del mundo y exhiben cuan dificil es establecer un vinculo entre un hombre y una mujer. Jones contara con la colaboracion de un periodista ingles llamado Scott ffolliott, cuya falta de mayusculas en el apellido se debe a que uno de sus ancestros fue decapitado por Enrique VIII. Como si la tradicion europea fuera la causa misma de la guerra, los americanos seran los ojos del mundo y llevaran su impetu liberal a las caducas estructuras del viejo mundo.  La guerra no puede evitarse pero los estadounidenses estaran alli para reestablecer el orden y la pelicula termina con un discurso que es menos cinematografico que politico, una deliberada explicitacion del mensaje que arruina el final.

Los elementos fascinantes de cualquier pelicula de Hitchcock estan presentes y hay escenas que solo podrian calificarse de fenomenales, entre ellas la del molino y la del asesinato del diplomatico, con esos paraguas moviendose coreograficamente bajo la camara. El problema es que Foreign Correspondant adolece de la incorreccion politica y el cinismo rabioso de las obras maestas del director y pierde asi su poder corrosivo, lo sexual esta aplastado bajo el peso de lo politico y toda ambiguedad queda anulada. Cuando escucho discursos que celebran el regreso a la politica temo por el final irreversible de la imaginacion ya que ambos mundos son, lo sabemos, incompatibles.

JPS

lunes, 12 de noviembre de 2012

Cosmopolis de David Cronenberg (2012)

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Cosmopolis tiene una estructura episódica basada en el encuentro de su protagonista con diferentes personajes y podría leerse como una suerte de El Principito desencantado, apocalíptico y anti capitalista. Prescindiendo de la intriga y demás recursos narrativos del sistema de representación clásico (recursos que Cronenberg ha manejado con maestría en obras anteriores), el film es una indagación dialéctica sobre la inhumanidad del sistema de capital financiero que nos domina, la creciente abstracción de un mundo en el que lo real está subordinado a lo mediático y en el que el dinero es menos un medio que un fin. Si bien es cierto que sus interminables diálogos pueden volverse tediosos para los espectadores enfermos de ansiedad en que nos hemos transformado, la urgencia y el presente histórico desde el que esta filmada vuelven a la película esencial y brillante.

El anti héroe del filme es Eric Packer. Eric tiene solo 28 anos, es multimillonario y las decisiones que toma pueden aplastar la vida de millones de personas en un segundo. Especulando con el dinero, cambiando la cotización de monedas, jugando con la estructura débil de la economía mundial, su rostro inexpresivo y vampírico parece perfecto para representar a esos jóvenes que habitan en las alturas del sistema y cuyo mayor poder es su invisibilidad, su perpetuo anonimato corporativo. En medio de una revuelta anti capitalista (inspirada en los movimientos de los indignados de los últimos años), a Eric se le ocurre atravesar toda la ciudad en su limusina para cortarse el cabello a pesar de las advertencias de sus guardaespaldas. Este viaje a la peluquería funciona para el personaje como un regreso a la infancia, a las raíces, un trineo de Citizen Kane que en lugar de devorarse el significado lo amplia y lo vuelve más ambiguo. Durante el viaje, que abarcara la mayor parte del metraje, Eric ira encontrándose con personajes con los que entablara largas conversaciones, siempre dentro de su limusina, desde la cual el mundo se percibe como una película lejana y ajena a su pequeño universo insonorizado. Lo real y lo abstracto entran en conflicto dentro del personaje y la limusina es, como el taxi de Travis Bickle deambulando por la New York de finales de los setenta, una metáfora de su propia condición.

Los diálogos no intentan establecer una didáctica de izquierdas sino desentrañar que es lo que sucede dentro del verdadero misterio del film, el propio Eric, que por una mala decisión está a punto de perder toda su fortuna. El culto al yo, la obsesión por el consumo, la ridícula adoración a las estrellas pop, la muerte del amor, todas las criticas obvias que se le puedan hacer al capitalismo asumen en la figura de Eric una corporizacion que hace del personaje una complejo misterio que Cronenberg filma con precisión e inteligencia. El detalle de autor esta dado por su próstata curva, una manifestación de vida que como una molestia se manifiesta en el interior del personaje y una obsesión de Cronenberg que se remonta a sus primeras películas.

El dialogo con Samanta Morton es en particular extraordinario. Ella es una experta en teoría, una asesora que Eric contrata para hablar sobre la situación del mundo como si este, el mundo, no fuera más que un barrio dentro de su universo insondable. Allí el personaje de Morton establecerá algunos de los puntos de vista más interesantes del todo el film: ¿No crees que una idea visionaria está dejando fuera a millones de personas? Cosmopolis está basado en la novela homónima de Don de Lillo y es aquí cuando el aliento contra cultural del escritor se hace más fuerte. Computadoras… la palabra suena vieja, dice Eric, y comenzamos a comprender cuan integrada esta la maquina a nuestro propio cuerpo.

Es curioso pero a pesar de sus innumerables charlas Eric no parece comunicarse en verdad con nadie hasta la escena final, que supone una aparición del método del gran Paul Giamatti. La escena es sensacional porque Giamatti, un perdedor insignificante, le reclama a Eric el derecho a existir, a ser un perfecto fracasado en un mundo en el que el éxito y la belleza son los valores que prevalecen. El pedido del personaje parece estar dirigido al mundo entero y Eric lo escucha con su rostro impasible apenas alterado por una lagrima.

Con una puesta en escena formidable, Cronenberg crea una pelicula que merece ser vista varias veces porque sus lecturas e implicaciones se disparan en multiples direcciones, porque apela a que el espectador termine de construir su sentido. He leido varias criticas que apuntal al caracter brechtiano del film, a su condicion de novela filmada, pero la suposicion es por completo equivocada: lo cinematografico se establece en el vinculo entre lo real y lo abstracto, entre lo visible y lo invisible, y la puesta del director esta apuntada a eso, creando niveles de lectura que se van complementando de manera muy inteligente. Aquello que los personajes dicen se olvida facilmente, pero aquello que la camara dice permanece en la memoria del espectador porque habla de su propia relacion con un mundo cuya realidad parece diluirse. El film no habla sobre el capital y sus consecuencias sociales sino sobre como este sistema y la tecnologia, su manifestacion fisica, transforman nuestra percepcion, nuestra manera de aprehender al otro. No estamos ante una critica facil de la izquierda millonaria sino ante un conflicto que tiene que ver con nuestra propia humanidad. 

Cosmopolis es una obra maestra, una experiencia cinematografica de importancia, la clase de pelicula que en soledad confirma que el cine no es un teatro de ilusiones que intenta reflejar lo real (tarea cuyo fracaso aun no cesa) sino una forma artistica capaz de poner en conflicto esa realidad y crear una propia, una fabrica de suenos y pesadillas que los grandes cineastas dotan de una logica personal y, a la vez, universal.

JPS

viernes, 9 de noviembre de 2012

Man Hunt de Fritz Lang (1941)

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Fritz Lang huyo de Alemania cuando rechazo una oferta de trabajo de Goebbels que, a pesar de haber censurado dos films sonoros del director, era admirador confeso de Metropolis. Lang comenzó en su exilio en Hollywood una carrera que se prolongaría por más de tres décadas, oscilando entre algunas obras maestras y otras películas menores de encargo que, de todos modos, incluyen dos o tres escenas que no da vértigo calificar de sublimes, cargadas con ese aliento fatalista alemán y una iluminación heredada del expresionismo de vanguardia europeo. Man Hunt es parte de este segundo grupo de obras, construida entre la perfección de sus escenas sentimentales y el trazo grueso de sus secuencias de acción. El film es anti nazi con los mismos nazis en el poder pero su presente histórico no deja de tener, sin embargo, un tono paródico y una visión caricaturesca de un régimen que en aquel momento estaba masacrando a millones de personas de manera industrial. Siempre pensé que la mejor manera de representar a los nazis es como las personas más inteligentes, sensibles y educadas del mundo, su inhumanidad no está en su esencia (no existe tal cosa) sino en la manera de obrar; ni villanos ni estúpidos, los nazis eran criminales organizados y leídos que mandaban a sus soldados a la guerra con libros de Schopenhauer y Nietzche en la mochila.

El comienzo de Man Hunt es perfecto. El personaje principal tiene en la mira de su fusil a Hitler, Lang hace subjetivas de esa visión y nuestro deseo desatado es del de matar, un mecanismo perverso que el director desnuda mirando y nos muestra cuán bestiales podemos ser en presencia de una bestia. Con esto podría haber acabado la película y yo me hubiera dado por satisfecho, pero lo que sucede luego es que los nazis atrapan al británico Thorndike y cuando este logra escapar comienza una caza humana en la que está en juego la paz del mundo entero. Los personajes que aparecen en su camino van ayudando o tratando de asesinar a Thorndike y algunos de ellos, el niño por ejemplo, son conmovedores. También es hermosa la primera aparición de Joan Bennet, una de esas escenas fenomenales de cualquier película de Lang que mencionaba antes, con los claroscuros marcados y esa sensación de sueno coreografiado que solo los grandes maestros de Hollywood pudieron lograr. Influenciado por Hitchcock, Lang intenta también algo de humor y una trama todos contra uno que le sale a medias, quizás porque su gran merito es filmar la parte oscura del alma y de las sociedades, ajeno a todo cinismo, comprometido con el dolor humano y la siempre difusa definición de justicia. El film es desbordado e incluso inverosímil, Thorndike de despoja de todo y termina en una cueva antes de estar listo para la guerra. Su final anti nazi es también el reflejo de una política americana que se debatía entre el intervencionismo o la pasividad. Nos quedan los bellos escenarios victorianos de Londres y un punado de escenas fenomenales (la despedida de Joan Bennet en el puente, por ejemplo) que, como en The Blue Gardenia o Scarlett Street, hacen al genio de Lang aun mas grande: incluso una película mediocre puede transformarse en sus manos en una experiencia cinematográfica inolvidable.

JPS