viernes, 21 de diciembre de 2012

Hud de Martin Ritt (1963)

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Alguna vez imagine un ciclo de cine que narrara la historia de Estados Unidos a traves de 10 peliculas. Como tantas otras cosas en mi vida, el ciclo nunca se hizo aun  cuando ya habia elegido cada uno de los films a proyectar y habia elaborado su necesario marco historico. Hud era parte del grupo, la imaginaba luego de Red River de Hawks, narrando no solo el cambio de matriz productiva (de la ganaderia a la abstraccion petrolera) sino, principalmente, el cambio de mentalidad: del etico Math Garth al miserable Hud Bannon, del optimismo mesianico de los cuarenta a la decepcion existencial de los sesenta, del sello de convivencia firmado por la civilizacion con la barbarie que narra Hawks al aislamiento estremecedor de la escena final de Hud. Quien sabe, quizas nuestras biografias no sean mas que el recuento de nuestros fracasos.

Hud es una pelicula crepuscular. Su vision de la vida en los ranchos y en los pueblos ganaderos, con sus concursos de atrapar al cerdo y la pantalla de cine como forma de vinculo social, tiene una enorme fuerza elegiaca. Como decia Borges del Don Segundo Sombra de Guiraldes: todo alli parece  estar haciendose por ultima vez. Entre esa tradicion americana se abre paso el impiadoso Hud. El personaje de Paul Newman es el unico capaz de detectar cuan mediocre es la vida en la llanura y su nueva ambicion acaba por destruir cada detalle de la vida cotidiana en los campos. Acostandose con mujeres casadas, embriagandose, manejando a toda velocidad, Hud necesita sentirse vivo en una comunidad donde todo parece eterno o inamovible. El personaje aprovechara la primera debilidad de su padre para apoderarse del campo y destinar la tierra a la renta petrolera. La escena en la que el anciano Ojos Furiosos Bannon se niega al avance del nuevo oro negro es poderosa: como voy a vivir de algo que no veo crecer? En su alegato se esconde  una profunda impotencia ya que, como sabemos, cuando el progreso llega no deja nada a su paso. La esperanza americana estara cifrada en el sobrino de Hud, el joven Lonnie, que llevara la dignidad de su pais hacia la ruta, quizas para fundirse en silencio en esa abstaccion llamada pueblo, quizas para desaparecer del todo en el camino.

Hud es una obra maestra del cine americano, su tradicion clasica se funde con la modernidad y, en su silenciosa escena final, crea una metafora de enorme belleza.

martes, 4 de diciembre de 2012

Procès de Jeanne d’Arc de Robert Bresson (1962)

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Los inexistentes o imaginarios lectores de este blog sabran ya de mi admiracion por Robert Bresson. Hoy es comun criticar el llamado snobismo desde otro snobismo aun mas estupido e inconsistente: aquel que afirma que Duro de Matar es mejor que cualquier pelicula de Dreyer. La falacia de este tipo de afirmaciones solo dejan entrever que, quizas como reaccion al racionalismo de los 90, estamos inmersos en una epoca en la que la razon es un hecho subestimado, secretamente vilipendiado por los cultores del sentimiento y la pasion, devotos de un romanticismo maniqueo y amensico en el que lo popular no hace alusion al pueblo sino a la manera en que se lo mira desde las altas elferas de la clase media inteligente.

Bresson es un hombre sabio. Solo asi puede explicarse que un film tan sencillo como este pueda resultar tan hermoso. El director prescinde de toda intriga o sentimentalismo, no hay psicologia sino la perfecta construccion de una mascara que lentamente va revelando aquello que oculta. Sabemos que Juana va a morir, sabemos que el obispo Cauchon sera impiadoso con sus testimonios, sabemos que la historia ser transgiversada por los escribas, y Bresson logra con su estilo austero que esta compleja trama de elementos historicos adquieran un caracter trascendente. No hay muchedumbre, solo los rostros petreos de Juana y de Cauchon y los pasillos de la prision que se van cerrando sobre el destino de la mujer. Filmada en escenarios naturales, la pelicula no apuesta al efecto de realidad sino que utliiza el caracter autentico de las locaciones para construir una mirada que es siempre emocional: en lugar de ver a las hordas hambrientas de sangre de la edad media, solo vemos sus pies mientras Juana es llevada al lugar donde morira, quizas porque ella misma mantiene la vista baja, mirando el suelo. Lo mismo sucede con los planos de puertas y ventanas que vemos en la pelicula: cuando se está en la cárcel, lo más importante es la puerta dijo Bresson en una entrevista.

Si Dios en verdad existiera habria que pensar que cada pequeno detalle que nos rodea, cada elemento de nuestra modesta puesta en escena cotidiana esta jugando un papel simbolico y constituye un hecho trascendente. Pocos directores han entendido esto tan bien como el catolico jansenista Bresson. En la escena de la muerte de Juana un perro aparece y el director le dedica un plano que es tan extrano como todo lo que es bello en el mundo. Luego, en la misma entrevista que cite antes, dijo: durante cualquier ceremonia siempre hay un perro que pasa por medio, el animal siente que hay algo que no es normal. Este tipo de detalles, estos cortes de montaje que tienen que ver menos con la busqueda de  intensidad dramatica que con la emocion, son los que hacen de Bresson el genio que es.

Cuando Juana ha sido incinerada vemos el palo de madera que la sostuvo largando un espeso humo. La camara se detiene en esa imagen, ya no hay cuerpo pero en su ausencia el personaje se hace mas vivo que nunca. Con la llegada de los titulos finales, y luego de haber visto desencantado algunas olvidables peliculas de Hollywood, pense en cuan necesario es un director como Bresson para defender que el cine es una forma artistica y no un entretenimiento pasatista y alienante.

JPS