lunes, 20 de agosto de 2012

Mean Streets de Martin Scorsese (1973)

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En 1988 Scorsese filmo The Last Temptation of Christ y cerro entonces la etapa mas interesante de su carrera, aquella dedicada a la expiacion y la redencion a traves del dolor fisico, la simbologia cristiana atravesada por la culpa de Dostoievski en el centro de la decadencia americana post Vietnam. No es casual que este ciclo poetico  haya finalizado con Jesus, el referente maximo de la epica de la auto flagelacion. Tras adaptar la novela de Kazantakis, no sin pasar por alguna banal y reaccionaria polemica, Scorsese sintio la necesidad de pasar a otro tema.  Comezaria entonces a explorar en un cine sociologico, largos estudios sobre el poder y el dinero en Estados Unidos, con algunos titulos maravillosos (Goodfellas) y otros monumentales fracasos artisticos (The Aviator). Sin dudas, prefiero la extrema subjetividad de Taxi Driver y Ragging Bull, la urgencia de ambas peliculas, la sensacion de presente constante que uno siente al verlas. Mean Streets es el punto de partida.

Mean Streets no es una pelicula sobre gangsters, lo policial es solo un contexto, una necesaria coyuntura para narrar a Charlie (Harvey Keitel), el joven sobrino de un mafioso que cuida algunos de los negocios de su tio y que le habla directamente a Dios. Charlie oscila entre los tugurios nocturnos y la Iglesia catolica y su obsesion por quemarse con las llamas de las velas responde a esa dualidad moral: como su admirado San Francisco de Asis, el personaje quiere sufrir, quiere  lastimarse por no poder ser un “hombre” en el sentido cristiano de la palabra. La solucion aparece con su amigo, Johnny Boy, un joven impresentable y condenado interpretado de manera maravillosa por Robert De Niro. Johhny simboliza esa oportunidad de expiacion y Charlie, contra los consejos de todos, se compromete a cuidarlo y tratar de enderezarlo. Solo entonces podra obtener algo de paz.

La pelicula es brillante en su concepcion tematica, todo esta expuesto de una manera muy autentica y emocional y eso excede la pantalla y llega hasta el espectador. Tambien es hermosa la manera viva en que Scorsese filma ciudad de New York, la violencia privada y publica que se impone en cada momento, los arrebatos de odio y de amor como un solo impulso vital contra la muerte que todo lo rodea. El director comenzaba a hacer gala de su pirotencia visual y ese travelling en ralenti con los Rolling Stones de fondo cambiaria la historia del cine. Mean Streets tiene algunos vicios de director novato que son agradables encontrar en esa figura de museo que es Scorsese y, aunque su tragedia final pueda sonar algo forzada, es una pelicula hecha con el corazon y no hay experiencias mas bellas que esas.

JPS

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