jueves, 16 de agosto de 2012

La Patagonia Rebelde de Hector Olivera (1974)

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La masacre de obreros en el sur de la Argentina, en los inicios de la década del 20, parece condensar de manera poderosa conflictos que la historia argentina aun es incapaz de resolver y cuya lógica discursiva estallaría en el 2008, con consecuencias aún desconocidas y probablemente nulas ya que, a pesar de todo, seguimos siendo una nación que depende de la exportación de los productos agro-ganaderos para costear sus pésimas administraciones. La película de Olivera, con guion de Osvaldo Bayer y Fernando Ayala, cuenta la revuelta obrera contra la oligarquía santacruceña, estancieros latifundistas que poseían largas extensiones de tierras dedicadas a la venta de lana y que, a pesar de sus holgadas ganancias, mantenían a sus peones en condiciones animales. La revuelta fue encabezada por Soto y el Alemán, y reprimida por el teniente Varela con consecuencias nefastas: más de 1500 trabajadores fueron fusilados sin la menor piedad.

Olivera narra la historia publica. A excepcion de una escena inicial en la que Soto (Brandoni) y el Aleman (Soriano) conversan sobre las mujeres y la soledad de la militancia, solo vemos a los personajes en su esfera publica, actuando para la historia, sin intimidad. Creo que esta es una decision acertada ya que se evitan esos melodramas que suelen arruinar las mejores tragedias. Cuando el problema es de clase no hay lugar para los sentimientos, un concepto del todo burgues. Olivera encuadra muy bien y su sobriedad emocional hace que la pelicula fluya con limpidez, sin mayores ripios. Quizas algunos dialogos de los estancerios latifudnistas parezcan menos conversaciones de empresarios que charlas entre villanos de comic, pero teniendo en cuenta que se celebro con champagne el fusilamiento de miles de trabajadores, es cierto que muchas veces lo que uno imagina verosimil no tiene nada que ver con la realidad.

La Patagonia Rebelde es una pelicula emotiva sin buscar la emotividad, logra su objetivo limitandose a contar lo sucedido con una necesaria distancia que nos ahorra el sentimentalismo o el golpe bajo. Es una decision muy inteligente, en este sentido, haber elegido a Varela (Zavala en la pelicula) como protagonista del film. Varela es el militar encargado de ejecutar lo que los empresarios desean y lo que los gobernantes no se atreven a decidir; ese punto medio, la conciencia de ser el brazo ejecutante, es brillante para contar la historia y explica en parte la frialdad narrativa que mencionaba. Hector Alterio encarna a la perfeccion su papel y construye a ese admirable ser atormentado por la famosa mala conciencia argentina que persiste como pesadilla en el confuso presente.

JPS

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