viernes, 23 de marzo de 2012

La Collectionneuse de Eric Rohmer (1967)

Continuando con la exploración de la obra de Eric Rohmer llego en este caso a una de sus películas tempranas, La Collectionneusse, film que forma parte de su saga de Cuentos Morales. La forma literaria vuelve a imponerse en la estructura de la película, con la introducción de los tres personajes y sus conflictos mediante viñetas separadas por placas con el nombre de cada uno de los protagonistas. En un triangulo al que apenas podríamos llamar amoroso, la primer placa la ocupa Haydee y esta se presenta, simplemente, con planos de su bello cuerpo en bikini, en una playa idílica, como si la mera forma de la mujer fuera suficiente para comprender su contenido. El segundo personaje, Daniel, es un artista plástico que sostiene una larga conversación sobre arte que oficia también de tesis posible para comprender la película; después del vacío solo hay dolor, dice uno de ellos, y cuánta razón tiene. El tercer personaje es Adrien, cuya voz en off y mirada será nuestro punto de vista sobre la película. Adrien está teniendo una conversación con su novia y una amiga sobre la belleza, uno de los temas recurrentes del director. Lo que sucederá luego es previsible en el contexto de estos cuentos morales: la tentación, el dilema moral entre el deseo y la obligación, la belleza del cuerpo y la belleza del alma como conceptos hermanados y contrapuestos.

La trama es sencilla: luego de años de trabajo continuado, Adrien pasara unos días de descanso en a la casa de campo de un amigo, sin su novia, con el único fin de hacer un ocio absoluto y comportarse de manera casi monástica. Allí se encontrará con los mencionados Daniel y Haydee, y la tentación por acostarse con la coleccionista de hombres se vuelve, casi, un dilema existencial. Para Adrien y para nosotros, burgueses occidentales del siglo XX, cualquier opción es pésima: acostarse con la chica esta mal, no hacerlo también. Imbuido de este conflicto, Adrien divaga y reflexiona, y algunos de sus pensamientos tienen una bella elocuencia:

Siempre somos esclavos de los demás…. Me parece menos deshonroso dormir en casa de un amigo que ser asistido por el Estado… La mayoría de la gente que trabaja hace un trabajo superfluo. Lass tres cuartas partes de las actividades son parasitarias… (…) Hay gente que trabaja 40 anos para poder descansar y cuando por fin lo logran no saben qué hacer y se mueren. Sinceramente, creo que sirvo mejor a la Humanidad holgazaneando que trabajando. Es verdad, hay que tener el valor de no trabajar (un valor que tienen muy pocos).

A diferencia de otras películas de Rohmer, La Collectionneusse tiene la peculiaridad de contar con personajes que no son del todo agradables: Haydee es histérica y vacía, Daniel un pobre idiota acomplejado. Es difícil sentir alguna empatía por ellos, están vistos con una distancia demoledora, como si el director también los despreciara. Adrien, por su parte, es el único que posee una complejidad emocional y una profundidad matizada, y su conflicto burgués esta explorado en toda su dimensión.

Estamos ante una obra fría, distanciada, casi una tesis científica. Yo prefiero la calidez de las mejores películas de Rohmer donde todo acto esta visto con una empatía conmovedora. Solo el personaje de Adrien y su escape final, visto en un arrebatador plano subjetivo, exhibe ese rasgo de humanidad irracional y tan lógicamente ilógico que tienen todos los hombres.

JPS

3 comentarios:

  1. Rohmer tiene películas geniales ("El rayo verde", "Mi noche con Maud") pero algunas como ésta o "Pauline en la playa" me parecen de una banalidad practicamente intolerable. Creo que ni Woody Allen o Chabrol llegaron a filmar algo tan burgués e inconducemente. Aún así hay que rescatar que hasta en sus peores películas hay momentos maravillosos llenos de lucidez y sensualidad.

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  2. Es decir, vamos, el tipo te filma esto http://pauledel.blog.lemonde.fr/files/2010/01/collectionneuse_1967_2.1263316997.jpg cómo no aplaudirlo...

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  3. Ja ja, que bello fotograma... podria ser portada de una historia del cine frances, sin dudas.

    concuerdo, por momentos la banalidad de sus peliculas es excesiva, pero como su forma de filmar es tan radical y coherente, incluso a pesar de algunas tramas insoportables siempre tiene una gran escena o un gran momento que redime todo lo anterior. en esta peli seria la escena del auto, por ejemplo. cuando hay integridad etica, el resto viene solo. yo lo veo como el monet del cine, el impresionista que pinta una y otra vez el jardin de su casa en Giverny para ver los cambios de la luz como si esos cmabios dieran por resultado miles de jardines distintos.

    Abz, vieja! Gracias por la magia de PdB, de nuevo.

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