martes, 31 de enero de 2012

One Day de Lone Cherfig (2011)


Los subproductos románticos que los americanos producen en serie repiten una y otra vez una misma estructura que termina inevitablemente con el protagonista corriendo por su amor, una declaración sentimental frente a un grupo de extraños y un beso con violines. En este contexto industrial repetido hasta el hastío todo el peso de la película esta puesto en los actores, reafirmando el star system que desde Greta Garbo es el eje de Hollywood. Hay también un sub género amoroso que podríamos llamar "drama romántico" y que consiste en presentar una historia de amor perdida y comprender en una elusiva moraleja que debemos disfrutar el presente y valorar a nuestros seres queridos. Esta estructura consiste, por lo general, en un anciano recordando el pasado y luego, de manera inmediata, la imagen de él y de la chica a sus 20 años, imantados por la belleza de la esperanza en un futuro que se supone mejor. Se exhiben con mayor o menor pericia los vaivenes de la pareja hasta que un terrible golpe bajo sacude a la chica y el espectador comprende por fin que la vida es una sola y que debemos disfrutarla en la acepción burguesa de la palabra. Está claro que con esta idea se han hecho grandes películas, pero lo más probable es que en el estado terminal en que se encuentra Hollywood no sea más que un ejercicio para exhibir las dotes actorales de dos estrellas juveniles en ciernes.


One Day es ideal en este sentido. Jim Sturges y la bella Anne Hathaway cumplen el objetivo con creces. Lo de Hathaway es especialmente bueno, su rostro es el más expresivo del cine americano actual, es una mujer inteligente y hermosa que sabe como despertar emociones en el espectador y cuya técnica actoral esta tan depurada que por momentos su naturalidad excede los límites de la pantalla. Ante una actriz de ese calibre el bueno de Sturges hace lo que puede. Resulta poco verosímil en muchos tramos de la película pero su simpatía lo vuelve, al menos, digno.


La película utiliza un recurso reduccionista y banal (un día que se repite año tras año y que es clave para la pareja) para ir atravesando las diferentes épocas de los dos jóvenes (que no viven en un país ni en una historia). Ellos no se deciden a definir si son amigos o amantes, aunque todo está muy claro desde el comienzo. La dirección de Lone Scherfig podría ser la de cualquier otro, su relato es de todos y de nadie como en aquel conocido reclamo borgeano. Toda la puesta en escena del filme está orientada hacia el rostro de Anne Hathaway, que sostiene con el inexplicable brillo de sus ojos negros toda la gracia de la película.


JPS

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