lunes, 17 de septiembre de 2012

L'innocente de Luchino Visconti (1976)

linnocente

Como todo aristocrata con alguna dignidad, Visconti narro con obsesion la decadencia de su clase. La distancia entre la pose gelida y el turbulento mundo interno de sus personajes constituye un abismo y la belleza secreta de sus peliculas. L’innocente esta basada en una novela de Gabriel D’Annunzio, figura estelar del crepusculo de la nobleza italiana y, casi como consecuencia directa, promotor del fascismo. D’Annunzio crea una version pervertida y masculina del mito de Medea y la parabola de su protagonista, Tulio, parece trazar el recorrido exacto de su propio pais en esos anos previos a la llegada de Il Duce

Tulio forma parte de una familia con mucho dinero que habita teatros, mansiones y jardines asfixiantes en su perfeccion. Nunca lo vemos trabajar, su vida ociosa transita entre mujeres, esgrima y conciertos de piano que lo aburren. Tulio esta casado con la bella Giuliana y se entretiene, sin ningun pudor, con su bella amante Teresa, una dama de sociedad a quien le agrada el juego histerico. Perdido ya por ella, Tulio le confiesa todo a su esposa y decide vivir libremente su pasion. Giuliana conocera entonces al joven escritor Filippo D’Arborio y vivira un romance apenas sugerido por un par de miradas. El estupido instinto posesivo de Tulio, su orgullo clasista, su falsa moral, lo haran volver con su esposa. De aquella aventura quedara, sin embargo, un ser inocente cuyo destino parece irremediable.

Visconti filma con un ritmo extraordinario, cada corte de la pelicula llega en el momento justo y las escenas tienen la duracion exacta, meritos dignos de un director de su talla y oficio en la que seria su ultima obra. En L’innocente se mezclan lo clasico y lo vanguardista, su forma es superadora  porque, siendo absolutamente personal, Visconti tampoco puede evitar el anonimato al que aspira toda gran pieza artistica que deberia ser narrada por todos y por nadie segun la sentencia borgeana. Toda la puesta de camara esta regida por la mirada, esa sustancia hecha de deseo, y alterna entre suntuosos planos generales y primeros planos arrebatadores, siempre con algun velo atravesando los ojos, retratando esa falta de autenticidad detras de cada gesto.

A modo de eleccion etica y estetica, si es que hay alguna diferencia entre ambos conceptos, siempre he preferido peliculas en las que los personajes son nobles en lugar de aquellas en las que son despreciables. Si me resulta tan grato ver a Ford es porque, sin dejar de ser critico e ironico, nunca deja de construir hombres y sociedades admirables, poniendo la grandeza humana por encima de todo acto vil. Visconti, por el contrario, establece aqui una larga y precisa critica y sus personajes apenas si tienen algun momento de humanidad. El hermano de Tulio es quien desliza, como al pasar, algunas palabras cuando compara su vida con la del escritor D’arborio: Nosotros hemos estudiado, viajado, leído, somos ricos, inteligentes, hábiles, educados... ¿para qué? La escena final y la huida cobarde de Teresa entre jardines de inmaculada belleza marcan el epilogo de una pelicula extraordinaria protaganizada por fantasmas dignos no de nuestro odio sino de nuestro olvido.

JPS

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