Rossellini es uno
de los grandes directores del siglo XX porque capta a la perfección esa angustia ante lo real que caracteriza la
epoca, angustia que se vuelve
metáfora en la caminata de aquel niño entre las ruinas de Europa de Germania anno zero o en los temerosos pasos de Ingrid
Bergman frente a la actividad de los geisers en Viaggio in Italia. Claro que, a diferencia de los personajes
deambulantes de Lisandro Alonso, los personajes de Rossellini asumen una
dimensión política y su angustia no es solo metafísica sino también social. En
muchos sentidos la obra de Rossellini parece afirmar aquella idea de que la
Historia se termino, es decir, que el hombre ya no es quien la escribe sino las
sociedades anónimas que controlan el poder. Esta definición, en lugar de
hacerlo caer en las lúgubres sombras de la post modernidad, se presenta en su
obra como un conmovedor alegato moderno. Lo posmoderno nos condena a la
parálisis, lo moderno nos compromete con la acción.
En Dov’e la liberta…? hay un deambular, el
del barbero Salvatore Loiacono, que luego de pasar 22 años en prisión es liberado.
Loiacono es un preso ejemplar, querido por sus compañeros, y se enfrenta a esa libertad
con la misma angustia con la que lo hace Roquentin en La Nausea. Condenado por un crimen pasional (su mejor amigo acoso a
su esposa), Loiacono se va de un mundo y vuelve a otro, la Italia de posguerra,
con las heridas del fascismo a flor de piel. Loiacono erra por las calles
de una Roma sin rumbo y trata de ganarse la vida en una sociedad individualista
donde el concepto de comunidad se ha perdido. Hay una fuga invertida que
constituye el mejor momento de la película y la clave de toda la obra: no hay
libertad sin comunidad y el barbero encuentra ecos de esa vida comunitaria en
la prisión de la que lo expulsaron. En la calle, en el mundo, ya no hay lugar
para los buenos. En este sentido, la paradoja del filme es muy inteligente, y tiene una vinculacion total con la obra del gran director italiano. El problema es que Dov’e la liberta…? tiene un tono de comedia melodramática que su
actor protagonista, Toto, lleva con mucha altura, pero que no le queda cómodo a
Rossellini. Esto termina dando como resultado una obra bella pero dispar, que
no termina de dar con su mote juste.
JPS
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