martes, 4 de diciembre de 2012

Procès de Jeanne d’Arc de Robert Bresson (1962)

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Los inexistentes o imaginarios lectores de este blog sabran ya de mi admiracion por Robert Bresson. Hoy es comun criticar el llamado snobismo desde otro snobismo aun mas estupido e inconsistente: aquel que afirma que Duro de Matar es mejor que cualquier pelicula de Dreyer. La falacia de este tipo de afirmaciones solo dejan entrever que, quizas como reaccion al racionalismo de los 90, estamos inmersos en una epoca en la que la razon es un hecho subestimado, secretamente vilipendiado por los cultores del sentimiento y la pasion, devotos de un romanticismo maniqueo y amensico en el que lo popular no hace alusion al pueblo sino a la manera en que se lo mira desde las altas elferas de la clase media inteligente.

Bresson es un hombre sabio. Solo asi puede explicarse que un film tan sencillo como este pueda resultar tan hermoso. El director prescinde de toda intriga o sentimentalismo, no hay psicologia sino la perfecta construccion de una mascara que lentamente va revelando aquello que oculta. Sabemos que Juana va a morir, sabemos que el obispo Cauchon sera impiadoso con sus testimonios, sabemos que la historia ser transgiversada por los escribas, y Bresson logra con su estilo austero que esta compleja trama de elementos historicos adquieran un caracter trascendente. No hay muchedumbre, solo los rostros petreos de Juana y de Cauchon y los pasillos de la prision que se van cerrando sobre el destino de la mujer. Filmada en escenarios naturales, la pelicula no apuesta al efecto de realidad sino que utliiza el caracter autentico de las locaciones para construir una mirada que es siempre emocional: en lugar de ver a las hordas hambrientas de sangre de la edad media, solo vemos sus pies mientras Juana es llevada al lugar donde morira, quizas porque ella misma mantiene la vista baja, mirando el suelo. Lo mismo sucede con los planos de puertas y ventanas que vemos en la pelicula: cuando se está en la cárcel, lo más importante es la puerta dijo Bresson en una entrevista.

Si Dios en verdad existiera habria que pensar que cada pequeno detalle que nos rodea, cada elemento de nuestra modesta puesta en escena cotidiana esta jugando un papel simbolico y constituye un hecho trascendente. Pocos directores han entendido esto tan bien como el catolico jansenista Bresson. En la escena de la muerte de Juana un perro aparece y el director le dedica un plano que es tan extrano como todo lo que es bello en el mundo. Luego, en la misma entrevista que cite antes, dijo: durante cualquier ceremonia siempre hay un perro que pasa por medio, el animal siente que hay algo que no es normal. Este tipo de detalles, estos cortes de montaje que tienen que ver menos con la busqueda de  intensidad dramatica que con la emocion, son los que hacen de Bresson el genio que es.

Cuando Juana ha sido incinerada vemos el palo de madera que la sostuvo largando un espeso humo. La camara se detiene en esa imagen, ya no hay cuerpo pero en su ausencia el personaje se hace mas vivo que nunca. Con la llegada de los titulos finales, y luego de haber visto desencantado algunas olvidables peliculas de Hollywood, pense en cuan necesario es un director como Bresson para defender que el cine es una forma artistica y no un entretenimiento pasatista y alienante.

JPS

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