lunes, 14 de mayo de 2012

Une femme douce de Robert Bresson (1969)




Me resulta difícil ver películas de Bresson ya que son solo trece y sé que, en un día no muy lejano cuya llegada trato de demorar, llegara ese momento amargo en que las haya visto todas. Como consolación cabe afirmar que todas las grandes películas del director se pueden volver a ver varias veces ya que uno presiente que en alguno de sus fotogramas se esconde el enigma que rodea la condición humana.

Basado en un cuento de Dostoievski que desconocía, Una Femme Douce es el relato austero de una historia de amor que, como todas, termina en tragedia. Un hombre desea a una mujer y sucede entonces aquello que nos advirtieron los budistas y los cristianos, aquella advertencia funesta de Schopenhauer: el deseo lo arruina todo y transforma a un ser libre en un prisionero de la fantasía del otro. Bresson es una rareza en el arte del siglo XX ya que profesa una fe, y quizás eso explique el alcance que adquiere todo lo que muestra y que contrasta de manera poderosa con el mercantilismo nihilista del cine contemporáneo. Una Femme Douce es una historia de amor contada por Dios, el mismo que advirtió a Adán no comer la manzana y que busco el imposible nirvana en el oriente. El deseo deriva en pornografía.

El estilo bressoniano es admirable: sobriedad en la puesta en escena, desprecio por el efectismo, diálogos mínimos y secos, peso narrativo en la mirada, un montaje que se construye desde los planos y que es más bien formalista; todo va dándole una densidad dramática a la película que logra que, sobre el final, las imágenes posean esa trascendencia que caracteriza la obra del director francés.

JPS

No hay comentarios:

Publicar un comentario